Portraits and no faces @Worm Gallery, VLP (2014)

Retratos y no rostros” (“Portraits and no faces”) was my first solo exhibition. It was held at Worm Gallery in Valparaiso (Chile), during July of 2014. For the occasion, I presented three works: “Gabinete I” (Cabinet I) a polyptych of oil on canvas, “Estudios del poder” (Studies of Power), a series of twelve watercolors, and “Roberto Angelini sobre la ley de pesca” (Roberto Angelini on the fishing law), a gigantic portrait of acrylic on bond paper. This exhibition was the first time I showed “Gabinete I”, which during the year 2015 would be exhibited on “Politics and Celebrity” in Matucana 100. The “mega portrait” of businessman Roberto Angelini (600x400cm) was installed outside the gallery, showing his face to the neighbors.

The gallery organized a discussion panel called “Retrato hablado” (“Spoken Portrait”) with the artists Rodrigo Araya, Sapiensa and me.

For this exhibition, the Chilean art critic and historian Guillermo Machuca wrote the text “Retratos y Rostros” /”Portraits and faces”/, an essay that would later be extended and published in his book “Astrónomos sin estrellas: Textos acerca del arte contemporáneo en el Cono Sur” – Ediciones Departamento de Artes Visuales, 2018” /”Astronomers without Stars: Texts about contemporary art in the Southern Cone”/.

 

-Marco Arias.

 

I

You have to distinguish between the face and the portrait. The first lacks aesthetic character; the second indicates, instead, a privileged distinction; it frames the exclusive physiognomy of a personality. Therefore, you have to earn the right to own a portrait. Roland Barthes was emphatic about the policing possibilities of contemporary portraiture. It was not the same, in this case, the pictorial portrait and the photographic portrait. The first refers to the personality (romantic quality), the second to mass identity (police quality). From the pictorial to the photographic, from the personal to the identity, the truth is that the right to own a portrait no longer requires the slightest approval from the person mediated by painting or photography. It does not matter what you think. Anyone can intervene on the other’s face, recalling an old magical practice, bordering on revenge: attacking or jokingly intervening on the other’s face. If I attack the image of the other, it is possible that I end up appropriating his spirit. It is –the above– a predicate that distinguishes Marco Arias’s pictorial operation.

 

II

Here the decisive thing has to do with certain figures of local business and political power. As a good physiognomist, Marco Arias has had to exaggerate some figurative particles present in the facial topography of specific persons swollen with power (power is usually inflammatory, abundant, obese). From the beginning of modern art onwards, certain portraits are inflated as derision: those of Goya, those of Daumier, those of Lucian Freud, those of Francis Bacon, to name a few. Although power does not give a damn about the cutaneous ignominy reflected in pictorial satire, the truth is that this provocation does not detract one iota from the crudest and most mediate sense of visual sarcasm.

 

III

In general terms, the object of sarcasm (the face of power) is usually depicted laughing sardonically in the pictorial figuration. It compresses the mouth and enhances its wrinkles. Everything is cartoonish. But the cartoons do not look at themselves and less do they recognize each other. And it is known that certain representatives of business and political power only look at themselves in the mirror, or, recently, at the reflection projected by the mass media. There –in that privileged niche of powers and perks– the inflamed face of power can be deflated by refined techniques to replace the public image, such as post-photographic retouching (Photoshop), or by means of a good and expensive operation of reconstructive surgery.

Guillermo Machuca

Santiago, Chile, July 2014.

 

View of the installation outside the gallery/Instalación fuera de la galería

 

“Retratos y no rostros” fue mi primera exposición individual. Esta se llevó a cabo en Worm Gallery en Valparaíso (quinta región de Chile) durante el mes de julio del año 2014. Para la ocasión, presenté tres obras: “Gabinete I” (políptico de óleo sobre tela), “Estudios del Poder” (serie de doce acuarelas) y “Roberto Angelini sobre la ley de pesca” (acrílico sobre papel bond). Esta exposición fue la primera vez que exhibí “Gabinete I”, que durante el 2015 sería montado en “Política y Celebridad” en Matucana 100. El “mega retrato” del empresario Roberto Angelini (600x400cm) fue instalado al exterior de la galería, mostrando su rostro a los vecinos del barrio.

Con motivo de la exposición, la galería organizó un conversatorio llamado “Retrato hablado” del cual partipé, junto a los artistas Rodrigo Araya y Sapiensa.

Para esta exposición, el crítico e historiador de arte chileno Guillermo Machuca escribió el texto “Retratos y rostros”,  ensayo que luego sería extendido y publicado en su libro “Astrónomos sin Estrellas: Textos acerca del arte contemporáneo en el Cono Sur” (Ediciones Departamento de Artes Visuales, 2018).

 

-Marco Arias.

 

Hay que distinguir entre el rostro y el retrato. El primero carece de carácter estético; el segundo señala, en cambio, una distinción privilegiada; enmarca la fisionomía exclusiva de una personalidad. Hay, por tanto, que ganarse el derecho a poseer un retrato. Rolhand Barthes fue enfático respecto a las posibilidades policiales del retrato contemporáneo. No era lo mismo, en este caso, el retrato pictórico y el retrato fotográfico. El primero alude a la personalidad (cualidad romántica), el segundo a la identidad masiva (cualidad policiaca). De lo pictórico a lo fotográfico, de lo personal a lo identitario, lo cierto es que el derecho a poseer un retrato ya no exige ahora la más mínima aprobación de la persona mediada por la pintura o la fotografía. Da lo mismo lo que opine. Cualquiera puede intervenir la faz del otro, rememorando una vieja práctica mágica, colindante con la venganza: agredir o intervenir jocosamente la faz del objeto despreciado (y también amado). Si agredo la imagen del otro, es posible que termine apropiándome de su espíritu. 

 

Se trata -lo anterior- de un predicado que distingue la operación pictórica de Marco Arias. Aquí lo decisivo tiene que ver con determinadas figuras del poder empresarial y político local. Como buen fisonomista, Marco Arias ha debido extremar determinadas partículas figurales presentes en la topografía facial de ciertos sujetos henchidos de poder (el poder suele ser inflamatorio, abundante, obeso). Desde inicios del arte moderno en adelante, ciertos retratos son inflados a modo de escarnio: los de Goya (antes algunos de Velázquez), los de Daumier, los de Luciend Freud, los de Francis Bacon, por nombrar algunos. Aunque a los poderes les importe un comino la ignominia cutánea reflejada en la sátira pictórica, lo cierto es que esta provocación no le resta un ápice al sentido más crudo y mediato del sarcasmo visual.

 

Por lo general, el objeto del sarcasmo ( el rostro del poder) suele ser representado riéndose sardónicamente en la figuración pictórica. Comprime la boca y realza sus marcas cutáneas. Todo es caricaturesco. Pero las caricaturas no se miran así mismas y menos se reconocen entre si. Y se sabe, que ciertos representantes del poder político y empresarial sólo se miran al espejo, o, recientemente, al reflejo proyectado por los medios de comunicación masivos. Ahí en ese nicho privilegiado de poderes y prebendas- el rostro inflamado del poder puede ser desinflamado a base de refinadas técnicas de reposición de la imagen publica, como el retoque pos fotográfico (el fotoshop), o por medio de una buena y onerosa operación de cirugía reparadora.

 

Guillermo Machuca

Santiago de Chile, julio 2014.

 

 

Official poster of the exhibition / Poster oficial del la exhibición

 

 

Promotional Flyer for the discussion panel “Spoken Portrait”/ Flyer promocional del conversatorio “Retrato Hablado”.

 

 

 

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