Group exhibition curated by the Chilean art theorist Aliwen Muñoz, which brought together nine artists and was held between December 2019 and January 2020 at the Nemesio Antúnez Gallery (UMCE) in Santiago, Chile.
Marco Arias, Wladymir Bernechea, Sebastian Calfuqueo, Enrique Flores, Javiera Gómez, Fernanda Ivana, Paulina Kim Joo, Leonora Pardo and Pablo Suazo, displayed a series of artworks for the exhibition. At the same time, five researchers and art theorists participated in the exhibition’s catalogue: Javiera Bagnara, Wladymir Bernechea, Jaqueline Herrera, Diego Maureira, and Vania Montgomery.
For this occasion, Marco Arias showed the painting “Sailor Moon y una de mis estatuas que dejé en Francia” (Sailor Moon and one of my statues that I left in France). The Chilean art researcher Diego Maureira wrote Arias’s worksheet for the catalogue.
The exhibition closed on January 15, 2020, with a discussion panel called “Fanatismos otaku y sociedad chilena” (Otaku fanaticism and Chilean society).
*Pictures of the exhibition by Paulina Kim Joo and Patricio Alfaro.
Exposición colectiva curada por la teórica e investigadora del arte chilena Aliwen Muñoz. Se llevó acabo entre los meses de diciembre del 2019 y enero del 2020 en Galería Nemesio Antúnez (UMCE) en Santiago de Chile y reunió a nueve artistas.
Marco Arias, Wladymir Bernechea, Sebastian Calfuqueo, Enrique Flores, Javiera Gómez, Fernanda Ivana, Paulina Kim Joo, Leonora Pardo y Pablo Suazo, exhibieron una serie de obras bajo la pregunta “¿Existe un arte chileno Otaku?”, planteada por la curadora.
En el catálogo de la exhibición participaron cinco investigadores y teóricos del arte: Javiera Bagnara, Wladymir Bernechea, Jaqueline Herrera, Diego Maureira y Vania Montgomery.
Para la ocasión, Marco Arias presentó la pintura “Sailor Moon y una de mis estatuas que dejé en Francia” y Diego Maureira estuvo a cargo de la ficha de obra para la publicación.
La exposición cerró el 15 de enero del 2020, con el conversatorio “Fanatismos otaku y sociedad chilena”.
*Registro de la exhibición por Paulina Kim Joo y Patricio Alfaro.
¿Existe un arte chileno Otaku?
Durante los años ochenta y noventa, los niñes chilenos absorbimos la animación japonesa desde los monitores adquiridos a crédito por nuestros padres. Considerados como inofensivos por los comités censores, salvo cuando incluían desnudes explícita, los animé entregaron una serie de consignas que contrariaban los valores de la competitividad neoliberal impuestas en America Latina mediante una serie de dictaduras intervencionistas. Estos eran los valores de la amistad, la solidaridad y la resiliencia contra escenarios distópicos provocados por los desastres del capitalismo tardío, de la mano de jóvenes protagonistas que cuestionaban a la autoridad y a las fronteras de lo masculino y femenino. en un constante tránsito identitario.
Hoy día, las estéticas pop orientales son un código de asociatividad subcultural (esto lo sabían bien los Pokemones que hicieron la revolución sexual y política del 2006) los cuales alimentan también esta Revolución de Octubre con toda su riqueza kuir. La serie de trabajos aquí seleccionados, todos creados hacia el período conocido como la postransición o bien el final del proyecto de izquierda binominal que define la transición democrática, son una serie de ejercicios que abordan diferentes medios artísticos –la escultura, la fotografía, la instalación, los nuevos medios, la performance, la pintura, el video…– desde una mirada nostálgica que evoca a los fanatismos otaku por el pop nipón. Ya sea mediante la referencia iconográfica directa, les artistes aquí presentes plantean varias interrogantes sobre la construcción de nuestra identidad contemporanea que asemejan mas bien la operación del cosplay que de cualquier coordenada fija.
De cierta manera, esta curatoría es una respuesta a la exposición artística titulada Depresión post-[sic] pop, la cual fue curada por el artista Marco Arias en agosto del 2017, buscando actualizar algunas de sus tesis mientras el énfasis recae esta vez en otras poéticas autorales que hacen hincapié en la noción de diáspora, género y precariedad.
-Texto curatorial de la exposición escrito por Aliwen (Diciembre, 2019).
Sailor Moon y una de mis estatuas que dejé en Francia
Pintura que toma como referente la estética pop de las viñetas y el animé. En ella aparecen cuatro fuentes imaginarias distintas apropiadas por el artista. Sailor Moon, animé que tuvo su auge a comienzos de la década de los 90 del siglo pasado y que hoy posee un alto grado de popularidad en todo el mundo. Un segundo motivo son dos personajes del manga y animé Ranma 1/2 creado a finales de los 80, también de amplia circulación internacional. A su vez se cuenta una referencia a la serie Pokemon nacida de un videojuego a mediados de los 90. Y finalmente, la escultura de una ninfa del Palacio de Versalles (The Manre) obra de Étienne Le Hongre.
La obra de Marco Arias es un collage pictórico. Cruza a Serena, protagonista de Sailor Moon, con Ranma y su padre Genma Saotome (hechizado como un panda) y Meowth, pokemón villano de la serie Pokemon, todos personajes protagónicos de sus respectivas historias, sin contar la escultura de Versalles que nos remonta a la tradición clásica de la Francia del siglo XVII. Además, en la obra es predominante el uso de texto y recuadros de viñetas.
Sailor Moon y una de mis estatuas que dejé en Francia es una obra que desplaza las referencias formales del pop hacia la cultura masiva de finales del siglo XX. De ahí las citas directas al animé y manga de los años 90 (que coinciden biográficamente con las experiencias visuales formativas del artista). Esta condensación es confrontada con la representación de una obra escultórica del período de Luís XIV, conocido como El Rey Sol. Los elementos iconográficos en juego ponen de relieve la perdurabilidad de determinados imaginarios, de acuerdo a la cultura que corresponden. Se trata del choque entre un arte elitista y cortesano (The Manre) con personajes propios de la televisión y el cómic que hoy en día circulan a una escala global nunca antes vista (gracias al avance de los dispositivos tecnológicos y la telecomunicación).
Esta obra fue exhibida en exposición Combo Breaker en enero de 2018 en Galería Metropolitana.
-Diego Maureira para catálogo de “Hijes del bullying”.